agosto 29, 2017

No entres dócilmente en esa buena noche...

No entres dócilmente en esa buena noche, 
Que al final del día debería la vejez arder y delirar; 
Enfurécete, enfurécete ante la muerte de la luz.

Aunque los sabios entienden al final que la oscuridad es lo correcto, 
Como a su verbo ningún rayo ha confiado vigor, 
No entran dócilmente en esa buena noche.

Llorando los hombres buenos, al llegar la última ola 
Por el brillo con que sus frágiles obras pudieron haber danzado en una verde bahía, 
Se enfurecen, se enfurecen ante la muerte de la luz.

Y los locos, que al sol cogieron al vuelo en sus cantares, 
Y advierten, demasiado tarde, la ofensa que le hacían, 
No entran dócilmente en esa buena noche.

Y los hombres graves, que cerca de la muerte con la vista que se apaga 
Ven que esos ojos ciegos pudieron brillar como meteoros y ser alegres, 
Se enfurecen, se enfurecen ante la muerte de la luz.

Y tú, padre mio, allá en tu cima triste, 
Maldíceme o bendíceme con tus fieras lágrimas, lo ruego. 
No entres dócilmente en esa buena noche. 
Enfurécete, enfurécete ante la muerte de la luz.


Dylan Thomas.

A Pedrito, que la peleo...

agosto 17, 2017

Meditaciones, Reflexiones 14.

Aunque los años de tu vida fueren tres mil o diez veces tres mil, recuerda que ninguno pierde otra vida que la que vive ahora ni vive otra que la que pierde. El término más largo y el más breve son, pues, iguales. El presente es de todos; morir es perder el presente, que es un lapso brevísimo. Nadie pierde el pasado ni el porvenir, pues a nadie pueden quitarle lo que no tiene. Recuerda que todas las cosas giran y vuelven a girar por las mismas órbitas y que para el espectador es igual verla un siglo o dos o infinitamente. 

Marco Aurelio.